Las farmacias actúan como “altavoz” para la prevención y concienciación del cáncer de mama.

El Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Castellón firma un convenio de colaboración con la Fundación Le Cadó contra el cáncer de mama, con el objetivo de concienciar, promover y difundir acciones de prevención e información a la sociedad, a través de las Oficinas de Farmacia de la provincia de Castelló.

La Fundación Le Cadó, lleva más de diez años trabajando en la recaudación de fondos para financiar la investigación de esta enfermedad, que actualmente, es uno de los principales cánceres que padece la mujer.  En su trayectoria solidaria, la fundación ha conseguido apoyar proyectos de investigación relevantes como el estudio realizado por el Hospital Clínico de Valencia, dirigido por la Doctora y Oncóloga Anna Lluch, sobre “El cáncer de mama en mujeres menores de 35 años”, de divulgación a nivel internacional. En otras líneas de investigación, en la actualidad, se está investigando en el estudio sobre las “Variantes genómicas del cáncer de mama” en el Hospital Provincial de Castelló.

Para Susana Pérez Peris, vicepresidenta de la Fundación Le Cadó “hoy es un día histórico para la fundación, porque el colectivo farmacéutico desarrolla una importante labor social sobre la prevención de la salud” y añade que “es una rama sanitaria vital para nosotros y cada una de las farmacias es un altavoz para nuestra fundación y para la importancia de la prevención y concienciación del cáncer de mama”.

En este sentido, Sergio Marco Peiró, presidente del ICOFCS insiste en que “el Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Castellón tiene una vertiente social de colaboración con las asociaciones que velan por el bienestar y la salud de los ciudadanos.  Marco considera que “a través de nuestras oficinas de farmacia, podemos colaborar para obtener fondos para la investigación y para la difusión de las actividades sociales que se desarrollan desde la Fundación Le Cadó”.

El convenio entre ambas instituciones tiene una duración anual y se incluye dentro de las acciones solidarias, en las que se trabaja desde el Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Castelló.

Nota de prensa ICOFCS

Fotografía @icofcs: Pepe Cidoncha (Patrono fundador de la Fundación Le Cadó), Susana Pérez Peris (Vicepresidenta de la Fundación Le Cadó) y Sergio Marco Peiro (presidente del ICOFCS).

El Hospital Ruber Internacional, uno de los pocos centros especializado en la reconstrucción de la mama con tejido de la propia paciente

El Hospital Ruber Internacional ha conformado un sofisticado equipo técnico para la reconstrucción de la mama con tejido de la propia paciente que le convierte en uno de los pocos centros privados especializado en la técnica de reconstrucción de mama con colgajo DIEP (Deep Inferior Epigastric Perforator).

El centro explica que reconstruir la mama tras una mastectomía es mucho más que una cuestión estética, ya que la pérdida de una mama puede causar problemas emocionales, psicológicos o incluso físicos, como una mayor susceptibilidad a sufrir lesiones de espalda. Actualmente existen diferentes técnicas capaces de restaurar su anatomía y funcionalidad. Y todo ello sin recurrir a una prótesis mamaria.

Señala que la técnica de reconstrucción DIEP (Deep Inferior Epigastric Perforator) es la que ofrece mejores resultados, como “una mayor naturalidad y mejor evolución a largo plazo”. Se caracteriza por tomar tejido del abdomen del paciente para reconstruir la mama y la “única” dificultad es su gran complejidad.

El Hospital Ruber Internacional dispone del equipo humano y técnico necesario para realizar este tipo de procedimientos quirúrgicos. Indica que la reconstrucción mamaria devuelve la anatomía funcional y cosmética que ha perdido la paciente tras someterse a una mastectomía. “Ya sea por un cáncer de mama (una de cada diez mujeres en España se verá afectada por ello) y en menor medida debido a un traumatismo o una infección. Reconstruir una mama implica restaurar tanto la piel, la areola y el pezón como la glándula mamaria”, explica.

Según el especialista en cirugía plástica, estética y reparadora del Hospital Ruber Internacional, César Casado, muchas veces solo es necesario reconstruir una de estas partes o tejidos porque hay otros que permanecen íntegros en la cirugía oncológica. El cirujano plástico relata que “esto depende del tumor y del tipo de mastectomía, que puede ser total al eliminar todos los tejidos, o parcial, donde solo extirpas un segmento de la mama”.

CIRUGÍAS DE RECONSTRUCCIÓN

El Hospital Ruber Internacional lleva a cabo unas 150 cirugías de reconstrucción mamaria cada año. Unas operaciones que tienen como objetivo restituir la integridad física y emocional de la paciente. “Si la paciente se ve mutilada, siempre se va a acordar de la enfermedad”, destaca el doctor César Casado, que señala que perder una mama puede condicionar la vida diaria de múltiples formas, comenzando por la autoestima de la paciente.

Actualmente la reconstrucción mamaria se plantea de forma tanto inmediata (reconstrucción a la vez que se extirpa la mama) como diferida. Esto es, después de haber terminado todos los tratamientos oncológicos, como la cirugía oncológica, quimioterapia y radioterapia. Ya sea de forma inmediata o diferida se puede hacer este procedimiento mediante prótesis-técnicas protésicas-o con tejido autólogo, de la propia paciente.

El centro sanitario detalla que la características propias de la paciente son clave para determinar la técnica más idónea. La obesidad o el tabaquismo son contraindicaciones para algunos procedimientos. Así como el tipo de tratamiento. “La radioterapia es un tratamiento que salva muchas vidas, pero es menos compatible con algunas técnicas reconstructivas”, subraya el doctor César Casado.

Explica que dentro de las técnicas reconstructivas, el empleo del tejido de la propia paciente es considerado la mejor alternativa, ya que proporciona resultados estables y duraderos en el tiempo.

Más en concreto, la técnica de reconstrucción de mama con colgajo DIEP (Deep Inferior Epigastric Perforator) es la más sofisticada y avanzada de su tipo. Según informa el doctor César Casado, consiste en extraer grasa y piel del abdomen de la paciente. “La técnica DIEP se puede aplicar siempre que haya tejido en el abdomen, por debajo del ombligo, que es muy similar al de la mama”, dice.

De acuerdo con el doctor, ser candidato a esta cirugía no es cuestión de estar más o menos delgado, sino de la laxitud del tejido. Como indica, “si es muy laxo puedes cerrar abdomen y dejar una cicatriz tolerable”.

Sin embargo, también es la técnica más compleja. Ya que, según asevera el doctor, requiere “coger vasos sanguíneos que son muy finos del abdomen, localizar vasos sanguíneos situados debajo de las costillas y unirlos a los del abdomen mediante microcirugía”. De esta forma, es un procedimiento que requiere mucha experiencia y exigencia técnica, pero que perdura para siempre. Esto no sucede con las prótesis mamarias. “A una paciente con prótesis nunca le puedo dar el alta, la prótesis siempre se puede romper”, señala el especialista en cirugía plástica. Además de que permanece invariable con el paso de los años. En cambio, la técnica DIEP reconstruye una mama que adelgaza, engorda y envejece al igual que hará la paciente, agrega.

Para lograr esto, el Hospital Ruber Internacional dispone sofisticado equipo. Entre las diferentes herramientas, el doctor César Casado destaca las cualidades del microscopio quirúrgico Kinevo 900. Según afirma, “te permite analizar la viabilidad de los tejidos en el momento en lugar de esperar hasta el postoperatorio para comprobar si ha funcionado. Es una herramienta más que facilita la viabilidad de las microsuturas vasculares”.

SERVIMEDIA

Imagen: El doctor César Casado en el quirófano/ SERVIMEDIA

deporte cancer de mama

Efectos positivos del deporte en pacientes con cáncer

Cada vez hay mayor evidencia de los efectos beneficiosos del ejercicio físico sobre la capacidad física y el bienestar psicológico en los pacientes con cáncer. Actividad y ejercicio físico son un medio para oponerse a muchos de los síntomas que presenta un paciente, derivados de su enfermedad o del tratamiento, como fatiga y náuseas, contribuyendo a la mejoría y recuperación de la calidad de vida. Se recomienda para todos los pacientes, teniendo en cuenta algunos aspectos específicos según el tipo de cáncer. Por ejemplo, en caso de cirugía de cáncer de mama se evalúa de forma previa la movilidad de brazo y hombro, por si precisase fisioterapia específica, pero el ejercicio físico se recomienda para todos los pacientes en general, adaptado a sus circunstancias basales.

El beneficio potencial de la actividad física se va a dar independientemente de si se ha realizado deporte de forma previa o no, mediante ejercicio adaptado lógicamente a las circunstancias basales. Numerosos estudios observacionales han mostrado que los pacientes con cáncer de próstata, colon o mama que se mantienen físicamente activos, tienen una mayor probabilidad de supervivencia comparados con aquellos que son inactivos. Aunque no está definida la cantidad de ejercicio, se recomienda un programa integrado de actividad aeróbica y fuerza, inicialmente de intensidad baja o media, según el estado físicobasal, e introduciendo pequeñas sesiones de mayor intensidad.

El deporte, además de influir en la supervivencia post-diagnóstico, también juega un papel en la prevención, con estudios que indican que entre 2,5-5 horas de ejercicio moderado a lo largo de toda la semana pueden ayudar en la prevención de diferentes cánceres (como mama, colon, endometrio, vejiga, riñón, estómago, pulmón), además de reducir los riesgos de otras enfermedades.

¿Cuándo iniciarse?

El ejercicio puede iniciarse durante el tratamiento, ya que puede ayudar a mitigar síntomas y efectos adversos de cirugía, quimio o radioterapia. La mayoría de los estudios permiten concluir que el ejercicio es seguro durante el tratamiento y beneficioso cuando se realiza de forma progresiva y adaptada a la situación basal, progresando gradualmente hacia moderada intensidad e incrementando su duración. Ya en la recuperación, es importante mantener la práctica deportiva. Potenciar la adherencia a la actividad física en esta etapa juega un papel fundamental por sus beneficios a largo plazo, físicos y psicológicos.

Los pacientes con cáncer deberían realizar el ejercicio de acuerdo a los niveles recomendados para la población general, según su situación cardiovascular o pulmonar, pero teniendo en cuenta algunos aspectos concretos. Por ejemplo, existe un tiempo de espera en la postcirugía, que puede ser de varias semanas. Se recomienda así mismo extremar los cuidados para evitar las infecciones cutáneas en los centros deportivos. Y en caso de metástasis óseas, estos pacientes pueden necesitar modificar su programa de ejercicio evitando los ejercicios de fuerza sobre el hueso afectado para evitar riesgo de fracturas.

Según la localización del tumor, previo al inicio de ejercicio, se recomienda:

  • Mama: evaluar movilidad de brazos y hombros antes de comenzar ejercicio de extremidades superiores.
  • Próstata: valorar fuerza muscular y debilidad.
  • Colón: evaluar riesgo de eventración, o problemas con ostomía si lo hubiese.
  • Ginecológicos: evaluar la presencia o no de linfedema de miembros inferiores, antes de iniciar ejercicio intenso de fuerza o resistencia aeróbica.

Supervisión profesional

Se recomienda que el plan de ejercicios sea individualizado y adaptado a cada individuo, al tipo de tumor y al momento de tratamiento en curso. El ejercicio debe estar fundamentalmente orientado al mantenimiento de la masa y fuerza muscular. Es recomendable que sea supervisado por fisioterapeutas o instructores para su correcta realización, en coordinación con el médico tratante ante cualquier duda.

Las sociedades oncológicas recomiendan la actividad deportiva como una estrategia de intervención para ayudar en el manejo de síntomas y mejoría de la calidad de vida, y posiblemente incluso a extender la supervivencia.

Beneficios del ejercicio en pacientes con cáncer

El ejercicio en el paciente oncológico, ofrece grandes beneficios, como:

  • Mejoría de fatiga y cansancio
  • Reducción de ansiedad y estrés
  • Mejoría de náuseas y vómitos
  • Promoción de la autoestima y disminución del desánimo y la depresión.
  • Disminución del dolor al potenciar el sistema endocannabinoide.
  • Disminución del riesgo de osteoporosis
  • Reducción de los efectos secundarios de quimioterapia/radioterapia o del tratamiento hormonal, compensando los efectos secundarios.
  • Descenso del riesgo de trombosis venosa que está incrementada en el paciente oncológico
  • Disminución de pérdida de fuerza y del deterioro funcional
  • Mayor supervivencia, también para otras patologías no oncológicas (diabetes, hipertensión, eventos cardiovasculares, etc.).

Es recomendable que el ejercicio sea supervisado por fisioterapeutas o instructores para su correcta realización, en coordinación con el médico tratante ante cualquier duda. (Freepik)

Muchos de estos efectos beneficiosos están relacionados con las propiedades generales del ejercicio en la promoción de la salud en general. Pero cada vez es más evidente que el entrenamiento físico puede tener efectos directos sobre el cáncer y su tratamiento, aunque todavía no conocemos exactamente todos los mecanismos que justifican este beneficio.

Los músculos en contracción liberan a la sangre unas sustancias denominadas ‘miokinas’. Estas tienen la capacidad de alcanzar muchos tejidos como el adiposo, el páncreas, el hígado o el hueso. De esta forma, el ejercicio puede favorecer la normalización de los niveles de insulina por ejemplo, o puede tener un efecto antiinflamatorio, de forma que cuando hacemos ejercicio regularmente se genera un ambiente fisiológico saludable, con menores niveles de inflamación crónica a nivel sistémico. Y por otra parte, parece que el ejercicio estimula la función inmune, sobre todo en lo que respecta a los llamados linfocitos ‘natural killer’. Estas células representan una primera línea de defensa o vigilancia de nuestro organismo contra la invasión de microorganismos y el desarrollo de tumores. El ejercicio favorece la movilización de estas células hacia los tumores.

150 minutos a la semana

El ejercicio físico mínimo recomendado por la Organización Mundial de la Salud, y que ya demuestra un beneficio en cáncer, es de 150 minutos a la semana en caso de ejercicio físico moderado (por ejemplo caminar 30 minutos al día, 5 días a la semana) o 75 minutos/semana en caso de ejercicio físico intenso. Pero las recomendaciones de la OMS invitan a las personas que llegan a cumplir con ese mínimo a incrementar la duración y a realizar dos veces a la semana ejercicios de fortalecimiento de los grandes grupos musculares.

Se puede practicar el deporte tanto en solitario como acompañado. Dependerá de las necesidades del paciente y de si el estar acompañado facilita o no su adherencia al ejercicio.

La recomendación sería adaptar la práctica deportiva a las necesidades de tratamiento, pero sin suspenderlo, por ser saludable y hasta terapéutico. La actividad física se relaciona con una menor probabilidad de recidiva y una mejor supervivencia global.

El ejercicio puede ayudar en la prevención y en el control de la enfermedad, puede interactuar con los tratamientos antineoplásicos, y mejorar el funcionamiento físico y los resultados psicosociales de los pacientes. Pero los efectos beneficiosos del ejercicio se manifiestan también en las enfermedades cardiovasculares, metabólicas como la diabetes, neurodegenerativas y osteoarticulares, con lo que el ejercicio físico regular se convierte en una intervención altamente beneficiosa.

Autora: DRA. AMAIA RAMÍREZ (Clínica Corachan)

Mundo Deportivo