La aparición hace apenas cinco años de la técnica de edición de genes conocida como CRISPR, o tijeras genéticas, prometía revolucionar la investigación en infinidad de campos: desde la modificación de cultivos hasta la eliminación de enfermedades hasta ahora incurables. Una revolución cuyos resultados comienzan a vislumbrarse. Este lunes un equipo de científicos norteamericanos publica en la revista PNAS los detalles de un tratamiento experimental contra el cáncer de mama triple negativo que aplica este sistema para detener el crecimiento de tumores, mediante la inyección de un nanolipogel.
Los investigadores del Boston Children’s Hospital presentan los resultados de un método que aún se encuentra en la fase de prueba de principio (PoP), la etapa previa a los primeros ensayos con humanos, y que de momento se ha testado en células tumorales extraídas de pacientes vivos y en ratones. De momento su técnica ha sido capaz de penetrar en los tumores y destruir un gen (lipocalina 2) relacionado con la transformación de células normales en malignas. La eliminación de este oncogen inhibe la agresividad del cáncer y su capacidad para provocar la metástasis.
De esta forma, se ha logrado una eficacia del 81% en la edición y eliminación del tejido tumoral humano. Asimismo, el equipo del centro norteamericano afirma que el tratamiento redujo el crecimiento del tumor en un 77% en los ratones y que no mostró toxicidad alguna para los tejidos sanos. Los resultados avalan la viabilidad de un tratamiento genético contra el cáncer de mama triple negativo, una variedad que tiene una elevada tasa de mortalidad y una biología muy agresiva.
APLICAR CRISPR A TRATAMIENTOS
CRISPR es el acrónimo en inglés de Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats), término acuñado por el investigador español Francisco Mojica. En 2012, un equipo liderado por Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier reveló que había logrado reprogramar por primera vez este mecanismo de defensa natural observado en bacterias para editar genes. La nueva herramienta – llamada Crispr-Cas9, por la proteína natural Cas9 en la que se basa- ha permitido a los científicos cortar y reparar el ADN de forma más eficiente y barata. Un año después, científicos de Harvard lo utilizaron para modificar el genoma de células humanas en el laboratorio.
Desde entonces los científicos están buscando vías para traducir CRISPR en terapias efectivas, pero su aplicación se ha visto frenada por la falta de sistemas eficaces para administrarlo. Este nuevo estudio representa el primer uso con éxito de las tijeras genéticas enfocado a detener el crecimiento de un tumor cancerígeno en un ser vivo, en este caso en ratones. El nuevo sistema utiliza anticuerpos para reconocer selectivamente las células cancerígenas sin afectar los tejidos sanos.
“Usar una partícula blanda nos permite penetrar mejor el tumor, sin efectos secundarios y con una mayor carga”, explica el doctor Peng Guo, primer autor del estudio, “así nuestro sistema aumenta sustancialmente los efectos de la administración de CRISPR”. Mientras que partículas más rígidas pueden quedar atrapadas por la maquinaria de nutrición celular, en este caso el gel consigue que penetren de forma más eficiente, al ser más flexibles, y sean capaces de fusionarse con la membrana de la célula tumoral y entregar cargas útiles directamente al interior.
AMADO HERRERO
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